“El valor de una civilización se mide, no por lo que sabe crear, sino por lo que sabe conservar” comenzamos este blog con esta cita maravillosa del ilustre ex primer ministro de Francia (Édouard Herriot). No cabe duda, las carreteras proporcionan la capilaridad necesaria para acceder a servicios tan básicos como la sanidad, educación, centros de trabajo, cultura, especialmente en el medio suburbano, es decir, invertir en preservar el patrimonio vial es una obvia y latente necesidad. 

Gracias al mantenimiento vial, se prevé que las inversiones públicas reducan en gran escala para costes futuros, que incluso la sociedad tiene que asumir, previniendo además acciones y aumentando la confiabilidad del servicio.

El asunto más innovador y socialmente responsable consiste en la contratación de servicios de mantenimiento rutinario, tal y como la limpieza de cunetas, drenajes y señalización vial, labores de emergencia, que son adjudicadas a microempresas asociativas; las microempresas tienen un mejor control de su personal, que en su mayoría es inclusivo, empleando tanto hombres como mujeres, así mismo ayudando al desarrollo de comunidades y al mismo tiempo dando trabajo a campesinos que practican agricultura de subsistencia, logrando mayores oportunidades laborales, ya que no han tenido las oportunidades de desarrollarse como profesionales. Así mismo tienen que vivir cerca de las vías, asegurando así su disponibilidad inmediata en caso de emergencia y fácil acceso a la vez que se incentiva la permanencia en los lugares donde siempre habitaron. 

En resumen, si logramos mejorar las vías de todo el país, empleamos a los más necesitados y a su vez tendremos mejor comunicación de ciudad a ciudad, y por último y no menos importante, un ahorro considerable en el presupuesto gubernamental, el cual se puede aprovechar en otras inversiones.